Lo que se obtuvo por las ventas de esos materiales supera los $ 69 millones, de los cuales poco más de $ 63,2 millones se reparten entre los tres grupos que realizan esta labor en el Complejo Ambiental.
Con la vuelta a la normalidad, luego de la emergencia sanitaria que impidió el ingreso a la Planta de Recupero que funciona en el Complejo Ambiental de quienes hacen el trabajo de separación de residuos, y con ello la imposibilidad de lograr el sustento para sus familias, la actividad fue paulatinamente recuperando su ritmo y actualmente las cooperativas desarrollan una labor sostenida y en progreso.
Vale recordar que en el año 2005 el Relleno Sanitario de la ciudad sumó esta Planta de Recupero, que ahora es operada por tres cooperativas de Recicladores Urbanos (Luz de Esperanza, Frente para el Trabajo y 3R), que clasifican el material recuperable que llega de la recolección en los hogares (se estima que en nuestra ciudad, en el 80% de los domicilios se separan los residuos), prensando, enfardando y acopiando para la venta.
El gran nivel de adhesión de los vecinos, que contribuyen con la separación de residuos, permite que el sistema funcione efectivamente, incrementando la recuperación de materiales y asegurando la prolongación de la vida útil del Relleno Sanitario, prevista inicialmente.
La creación de estas cooperativas de trabajo fueron parte de un compromiso asumido por el Municipio para la inclusión social continua y permanente, a través de políticas concretas, y las acompaña en el proceso de recuperación de residuos, para la optimización de sus tareas y la correcta comercialización de los materiales recuperados. Cabe señalar que la mayoría de las personas que forman parte de estas cooperativas tenían anteriormente una condición de trabajo informal, lo cual se corrigió con la creación de las cooperativas de trabajo.
La Planta de Recupero está dotada de una cinta transportadora que permite, a través de un sistema mecánico, elevar los residuos diferenciados que llegan al relleno.
A partir de la rotura de la bolsa correspondiente, el personal hace la separación y divide los distintos materiales que caen dentro de grandes recipientes. Una vez separados los residuos pasan al sector de compactación donde se prensan y se convierten en “fardos” que son una especie de paquetes de material reciclado.
Estos fardos son vendidos con lo que vuelven a convertirse en recursos: con el dinero obtenido la gente que integra las cooperativas se autosustenta.
En números
De las tres cooperativas, dos de ellas (Luz de Esperanza y Frente para el Trabajo) se dedican a la recuperación de la mayoría de los materiales que llegan a la Planta, mientras que la tercera (3R), apunta a: cartón, papel, soplado (polietileno de alta densidad) y strich (polietileno de baja densidad).
El principal material que se recupera es el cartón, con 208,32 tn de enero a julio del corriente año, luego siguen: vidrio, con 69 tn.; “archivos” (papeles blancos y negros), 44,8 tn; nylon, con 33,37 tn; Pet (botellas de gaseosas, transparentes o verdes, también la celeste de sifones de soda, y de aceite), con 13,83 tn; latas, con 6,71 tn.
Se recuperan también otros materiales, como: pead, plástico duro, tetra, metales y trapos. Entre todas, lo recuperado en siete meses asciende a 1.977,55 tn.: 1.775 tn entre las dos primeras, y por partes iguales; y 202,5 tn para 3R. Un promedio mensual de 282,5 tn.
En total lo “facturado” en siete meses ascendió a $ 68.965.131,50. Luz de Esperanza y Frente para el Trabajo sumaron $ 31.137.470,50 cada una, y $ 6.690.190,00 fueron aportados por 3R.
Deducido impuestos, canon municipal (10% del monto bruto vendido), gastos y seguros de los trabajadores la “utilidad” limpia fue de $ 63.216.122. El saldo a distribuir entre las cooperativas que mayor volumen de materiales recuperan fue de alrededor de $ 31.137.471 y 3R con $ 6.690.190.
Es importante mencionar que el “canon” municipal es permanentemente reinvertido para mejoras y mantenimiento de la planta atendiendo a los plausibles “réditos” que reporta esta actividad como son: los ambientales (ahorro de agua, energía, de árboles, de minerales, etc); los sociales: generación de empleo verde y posibilidad de acceso al trabajo de los sectores más vulnerables; y los económicos, por la prolongación de la vida útil del relleno sanitario.